solitario, mira hacia la ausencia (1953)

 

DESDE DONDE NO VUELVA

Regresa por las calles llenas de luz naciente,
tierna luz bajo el suave mediodía,
por las calles desiertas,
donde sólo los pasos se recuerdan
unos a otros, y arde
la llama del regreso en los hombres perdidos.

Nada hay aquí para mi sombra, tierra.
Nada hay aquí para el deseo, mano.
Nada hay aquí para juntar los cuerpos,
y otra vez la angustiosa daga del tiempo muerde
las desoladas manos, y otra vez la distancia
desde tu cuerpo joven, y, desde ahora, un silencio
llena de suaves besos las calles solitarias.

Alguien se aleja y alguien
más lejos se adormece que aquello que recuerda
tu propio cuerpo solo; y es tu distancia ahora
la que falta, la que escapa: la que olvida
que en un tiempo besaba y habitaba tu cuerpo,
para que otro la recordara y la hiciera presencia,
y desde ahora a un silencio
le falta otro silencio,
y desde ahora no hay nada sino las luces tiernas
del tiempo que se ausenta,
y desde ahora a unos pasos
les faltan simplemente otros pasos.

¿Qué mano de la tierra, qué inmensa mano triste
coloca entre los cuerpos los ríos fugitivos,
las cosas que resbalan de los dedos,
la lluvia repentina?

Y queremos dar la vuelta,
y no hay lugar,
y retroceder a los años perdidos,
y no hay lugar,
y entre los cuerpos queda sólo
un rumor de espadas rotas,
y no hay lugar,
y en las distancias sólo queda
un recuerdo de distancias,
y no hay lugar.

Regresa, regresa por las calles llenas de luz naciente,
desde ahora ausente del tiempo,
por las calles, desde donde no volveremos,
por donde no volveré,
hasta que sople el tiempo
y no haya lugar
sino para dejar la distancia que he perdido.

 

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