solitario, mira hacia la ausencia (1953)

 

UN ESTUDIANTE MIRA A SU PASADO

Hay algo en la distancia que aparece lejano.
Sobre el suave diciembre,
y en la tarde callada, una mano furtiva
las llamas encendía de algunas vidas muertas.

Pasan breves cinturas y libros enlazados
como pequeñas manos de juventud ausente.
Bajo los aires de oro pasan dioses cantando,
el futuro lejano en sus pupilas rotas.

Como ahora,
como ahora los patios
yacen desiertos y alguien
suavemente acaricia
los bancos, las pizarras;
como ahora
la virgen tiza esconde su muerte polvorienta;
como ahora una mano
descarnada
fosforece en la noche
y escribe, a grandes rasgos, la muerte en las paredes;
como ahora no hay nadie:
ni turbios profesores de fácil labia sucia
a quienes olvidaron las salas soñolientas,
ni nerviosas esperas, torturantes esperas
por un podrido examen que ha de cambiar tu vida;
como ahora no hay nadie,
como el turbión de notas polvorientas de rojo,
blanco, negro, se pierde, disfrazado de sueño,
por la noche final de un año que termina;
como ahora está solo
todo aquello, sin eco
poderoso que escupa
la respuesta al pupitre silencioso y señero,
mi corazón estaba,
estudiantes,
inclinado al pasado;
la savia
de vuestros nobles cuerpos subía por mi sangre.

¿Recuerdas tú la lluvia
cerca del río, un día
derrotado por otros
días tristes? ¿Recuerdas
la vieja sangre llena
de memorias ardientes,
el espejo sediento del pavimento amargo,
las ruedas silenciosas que dejaban distancias
en la huella mojada?

Ay, sí, recuerdas, recuerdas
tus mismos compañeros:
tus libros, que ahora el tiempo
cubre de canas letras:
las muchachas que llevan viejas fotografías.

Noche, noche, compañera mía,
perfecta mía:
ha dormido el rocío,
y hasta que sople el día y las sombras escapen,
y hasta que fluya el eco y mueran esos pasos,
tendré entre los cabellos las gotas de sus noches.

¿Adónde? ¿Hacia qué parte? ¿No hay nadie que responda?

 

 

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