fénix
de madrugada (1996)
SÓLO EL
NOMBRE
Has abierto la puerta
hacia la noche
grande, y en el umbral
estás sin nadie.
Sabes que nunca más
oirás tu voz,
ni las palabras de
los tuyos: sabes
que nunca más
tu mano ni las manos
amadas ni los besos.
Sólo una trama
de tinieblas se abre
sobre las dunas, y
en el mar descienden
cenizas. No hay umbral:
desaparece
tu casa poco a poco:
sólo hay ramas
invisibles que manos
invisibles
mueven tras el silencio
de las olas.
Qué extraño
es el pasado de los muertos.
Y luego ya no hay mar:
sólo susurros
que se acercan, te
dejan y te alejan
de ti y de todos los
que tú quisiste.
Y ya no hay nada en
el hogar, ni sombra
de llamas en tu cuerpo,
ni en la copa
radiante el vino que
en la tarde beben
mientras la lluvia
apaga tus palabras.
El acre incienso cubre
tu camino,
y otros sonidos buscan
los sonidos
que tú creaste.
Y luego es el silencio
final de los silencios.
De improviso
una ventana se abre
con el sol
de aquel verano: es
un jardín oculto
que ves y no verás,
y reclinado
sobre una mesa de oro
y esmeralda,
el esplendor que tuvo
esa muchacha,
plata del viento tibio
en sus cabellos.
Y luego nada más:
sólo recuerdas
abejas que zumbaban
en las rosas
silvestres, y tu rostro
en el espejo,
tu rostro que te borra
poco a poco
la niebla incierta
de la cierta muerte.
Tiempo y espacio para
ti estallaron.
Un nombre: sólo
un nombre, sólo sílabas
que pronto olvidarán.
¿Qué es el morir
para el que ha muerto?:
médanos y más médanos
de playas que no son,
por donde silban
pájaros que
no están: pasos sin pasos.
No estás siquiera
dentro de ti mismo.
No tienes nombre. Nunca
te llamaron.
Jamás te llamarán:
cines et manes.
Pero el óleo
te lleva de la mano.
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