fénix
de madrugada (1996)
PARA DESTERRADOS
Nada hay allí
que toques con tu mano,
ni pan, ni "buenas
noches", ni esa silla
donde se apaga y luego
donde brilla
lo que está
cerca y a la vez lejano.
Nada hay allí:
sobre un septiembre oscuro
otro septiembre luminoso
cruza.
Ni hay sal, ni "cómo
estás": sólo la intrusa
muerte extranjera y
un extraño muro.
Nadie en el bus te
mira o te saluda,
ni sabes tú
si el término del viaje
será aquella
estación y aquel paisaje
que abre tu cuerpo
en dos y lo desnuda.
Nada hay allí:
sí escuchas unos pasos
que suben, "¿quién
será?", por la escalera,
piensas en un llegar
de cordillera
y en tu natal país
y en otros brazos.
Nadie en la carta que
recibes: dejas
la carta en el bolsillo,
y de improviso
sientes que ya no estás,
y un indeciso
terror de ya no ser
cuando te alejas.
Nadie te vio partir,
ni sabe dónde
tu mano se te muere
en otra tierra.
Nada hay allí,
ni nadie te responde
mientras tu puerta
se cerró y se cierra.
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